DIEGO SPINA, EL SABBATELLISTA MANCHADO POR LA CORRUPCIÓN QUE VUELVE A HACER CAMPAÑA
Martín Sabbatella quiere volver a comandar los destinos de Morón a través de su pupilo Lucas Ghi. Sin embargo, aislado por el PJ local, se apoya en una mesa chica cada vez más reducida. Diego Spina tiene un prontuario que los vecinos no olvidan. Años atrás un noticiero televisivo le entregó la “Trucha de oro” por su gestión en el hospital nacional.
En Morón el líder de Nuevo Encuentro, Martín Sabbatella, se exhibo como el «maestro titiritero». Así lo llaman propios y ajenos ya que siempre manejo los hilos. Postulándose como candidato, posicionando a su hermano Hernán (que perdió las últimas dos elecciones locales), o usando a Lucas Ghi. Sabbatella es el referente K con mayor peso; luego de él está el actual concejal, Diego Spina.
En cada acto y recorrida participa Spina, ex presidente del Deportivo Morón y «fiel servidor» sabbatellista. Su trayectoria en la esfera de la política está marcada por las polémicas. Desde 1998 es amigo del ex AFSCA. Arrancó como periodista zonal y desde ese año hasta el 2008 fue Secretario de Prensa del Municipio de Morón.
En 2012 fue presidente del Club Deportivo Morón, ubicado en ese cargo por Sabbatella. Es señalado como uno de los peores presidentes de la historia del club: se fue emitiendo 888.318 pesos en cheques rebotados.
Luego fue nombrado asesor de su ladero cuando él estaba a cargo del AFSCA. Cobraba 57 mil pesos y en su recibo de sueldo también figuraban vacaciones no tomadas por las que recibió 25 mil pesos. Después de estar en este organismo, Spina pasó a trabajar en el Posadas.
Fue Director de Relaciones Institucionales del nosocomio, donde llegó a cobrar 109 mil pesos y solo trabajó 4 meses. Aún se recuerdan los actos kirchneristas en el lugar, donde utilizaban dinero del presupuesto para cubrir el costo de los micros de la militancia.
Ya en 2019 acompaña a Ghi en todos sus movimientos por el distrito. El hombre de confianza del sabbatellismo no deja solo al candidato que, hoy por hoy, es percibido como meramente testimonial.