ANTES DE DEJAR LA INTENDENCIA EL SABBATELLISMO ENTREGÓ VIVIENDAS INCOMPLETAS Y EN MAL ESTADO
La actual gestión tuvo que reacondicionar el complejo habitacional.
Poco antes de que terminara su gestión, a las apuradas y “a dedo”, Lucas Ghi montó una entrega de casas para 48 familias del Barrio Carlos Gardel. Las propiedades carecían de servicios básicos y contaban con serios problemas de instalación de gas natural, entre otras irregularidades que ponían en riesgo la vida de sus futuros ocupantes.
En mayo de 2014, Lucas Ghi les prometía a 48 familias del barrio Carlos Gardel que, antes de que finalizara aquel año, cumplirían el sueño de tener su propia vivienda. “Vamos a traer dignidad y garantizar derechos históricamente vulnerados”, les decía a los vecinos de esa zona de El Palomar. “Es un eje central de nuestra política de gobierno”, insistía ante las cámaras de los medios locales.
Las familias esperaron su casa. Pero pasó Navidad, llegó Año Nuevo y lejos estaba el hombre del sabbatellismo de materializar sus deseos, ni mucho menos de asegurar sus necesidades básicas. Ya en aquel momento valía preguntarse cuán “central” era el otorgamiento de las propiedades en la política de gobierno de la gestión de Nuevo Encuentro. Un interrogante que más de uno, seguramente, se planteó hasta octubre de 2015, cuando sobre la hora y a su manera, concretó.
Entonces, poco antes de finalizar su administración, el eterno alumno de Martín Sabbatella se sacó las fotos con las mamás y los papás contentos, con los chicos que, por fin, podrían crecer en un verdadero hogar. Claro que en la entrega de llaves ya se percibía cierta desprolijidad, alguna que otra selección “a dedo” característica de la falta de control estatal. Pero la gran sorpresa todavía no había sido revelada, al menos públicamente. Fueron las 48 familias las que, al momento de acceder a su propia casa, chocaron contra el abandono y la corrupción.
Al igual que los multi-inaugurados hospitales kirchneristas, las nuevas viviendas del “Plan Federal” no habían sido concluidas, y no solo carecían de todos los servicios básicos, sino que, en cada una de ellas, el estado de la instalación de gas natural representaba un verdadero riesgo para la vida de sus habitantes. Del mismo modo, sus termotanques no contaban con el sistema de ventilación reglamentaria. Mientras que los baños, que tampoco estaban preparados para el uso de agua caliente, sufrían pérdidas y filtraciones. El triste panorama se completaba con pisos, cielorrasos y taparrollos incompletos, también con puertas y ventanas exteriores sin vidrios ni herrajes.
Actualmente, la pesadilla desatada por el sabbatellismo terminó. En rigor, fue finalizada por la inversión de más de 6 millones de pesos impulsada por la gestión del actual Intendente, Ramiro Tagliaferro. El sueño de la casa propia fue materializado otras 48 veces, pero ahora sí, incluyendo agua corriente, suministro eléctrico, cloacas y gas natural, entre muchas otras mejoras que, en definitiva, priorizaron los «derechos y la dignidad de los vecinos», en contraposición a la cuestionable maniobra de Ghi.